lunes, 21 de marzo de 2016

HOJA INFORMATIVA Nº 987

DEL 20 AL 27 DE MARZO DE 2016


SEMANA  SANTA

 Domingo 20 – DOMINGO DE RAMOS
  Horario de Misas: - 9 h. en San Francisco.
  - 9,30 h. en La Foia.
- 10,30 h.  Bendición de Ramos en San FranciscoProcesión y Misa en la Parroquia.
  * No hay misa de 12 h. en la Parroquia.
- 17 h.  Misa de Ramos en las Carmelitas.
 Lunes 21 - A las 20 h. en la Parroquia, CELEBRACIÓN COMUNITARIA DEL PERDÓN
 Jueves 24 – JUEVES SANTO
 MISA DE LA CENA DEL SEÑOR
- 18 h., en San Francisco.   /  - 19 h., en La Foia.     
- 20 h., en la Parroquia.
HORA SANTA:    - 21 h., en La Foia.
- 23 h., en la Parroquia.
Viernes 25 – VIERNES SANTO
- 10 h., Vía Crucis en el Calvario. Salida desde la Pl. de la Iglesia a las 9,45 h.
- 10 h., Vía Crucis en La Foia.
CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
(Colectas a favor de los Santos Lugares de Tierra Santa)
- 16,  -  h., en San Francisco.
- 17,30 h., en la Parroquia. / - 18 h., en La Foia.
PROCESIÓN DEL SANTO ENTIERRO
- 21 h., Procesión en La Foia.
- 22 h., Procesión en L’Alcora.

Sábado 26 – SÁBADO SANTO
- 10 h. en la Parroquia, Oficio de Lectura y Laudes.
VIGILIA PASCUAL:  - 20, -  h., en La Foia y Araia.
- 22,30 h., en la Parroquia.
Esta noche los relojes se adelantan una hora: a las 2 serán las 3
Domingo 27 – PASCUA DE RESURRECCIÓN
-   9,30 h., Misa en San Francisco.
- 10,  -  h., Misa en La Foia.
-           11, -  h., Misa en la Parroquia y en las Carmelitas, seguidamente Procesión del Encuentro.
* A las 13,30 h.,  BAUTIZOS.

ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO
Los miércoles 23 y 30 NO habrá Exposición.
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FARISEOS DEL SIGLO XXI
“Yo no soy como aquellos”. Me intento convencer de que sigo viviendo en la modernidad. El siglo de la tecnología, de internet, de los grandes avances médicos, de la globalización. Vivimos en un mundo al que maltratamos sin el menor decoro: contaminamos, ensuciamos y no miramos el dolor para no sentirnos heridos. Vivimos en el mundo de la eterna juventud, de los grandes placeres, del individuo ombligo del universo. Vivimos pegados a la gran pantalla plana y a los grandes ricos del fútbol. Preocupados por si nos quitan los toros, por si nos obligan a estudiar religión. Almorzamos señalando a quienes se han enriquecido con el dinero de todos (ricos y pobres, sobre todo pobres), pero reconociendo con la boca pequeña que quizás hubiésemos hecho igual. Estamos en un mundo donde el abismo entre los que vivimos bien y los que apenas malviven se ha hecho casi (o del todo) insalvable.
Y entre tanto somos ciudadanos de un país sin gobierno, un país de despropósito en una Europa sin corazón, donde la política, por desgracia, es la viva imagen de una sociedad en la que no somos capaces de sacrificar nuestro ego y nuestra gloria por el bien común.
Y desde nuestra gran y civilizada Europa, seguimos siendo testigos mudos, criminalmente mudos, de un genocidio, de un abandono humano del que la historia nos juzgará igual que nos avergonzamos hoy de la normalidad con la que se aceptaba la esclavitud en Estados Unidos o la normalidad con que parte de Europa vivió el exterminio y el crecimiento nazi.
Vivimos cómodamente sentados en el sofá occidental donde tuvimos la fortuna de nacer, viendo como los “pobrecitos moritos” de Siria huyen de las brasas para caer en el fuego, donde sub-saharianos, magrebíes, europeos del este, sudamericanos... llaman a la puerta para conseguir la dignidad que durante siglos les ha sido robada, negada. Acudiremos en verano a las playas de un Mediterráneo que se convirtió ya hace tiempo en una gran fosa común de anónimos hermanos.
No nos vale la excusa de que nada podemos hacer desde aquí. Dejar las cosas para que lo hagan los gobernantes es nuestra gran condena.
Como cristianos, estamos siendo cómplices de todo. A nuestro nivel, podemos hacer más: podemos compartir nuestras ideas, podemos utilizar las redes sociales para concienciar, denunciar. Podemos educar a nuestros pequeños en la tolerancia y en la crítica. No les apaguemos la tele. Que vean en qué mundo real vivimos y enseñémosles a denunciar. Podemos decir NO a los corrillos, poner nuestra voz en las tertulias, en los entornos en que se hable casi con sorna de tantísimos hermanos que intentan huir de la guerra, del hambre y de la falta de futuro.   Podemos rezar. Debemos rezar, por y con ellos. Debemos colaborar en campañas. Y finalmente, cuando llega el momento, votar con responsabilidad y desde nuestra condición de cristianos. Es nuestro último altavoz.

Luisfer