jueves, 25 de junio de 2009

HOJA INFORMATIVA Nº 636

PARROQUIA DE L’ALCORA
DEL 28 DE JUNIO AL 5 DE JULIO DE 2009


CULTOS EN L'ALCORA

· Domingo 28 – XIII DEL TIEMPO ORDINARIO.
* A las 13h, BAUTIZOS.
· Lunes 29 – San Pedro y San Pablo, apóstoles.
· Viernes 3 – Santo Tomás, apóstol.
PRIMER VIERNES DE MES.
*A las 19’30h en la Parroquia, Misa del Apostolado de la Oración por Manuela Castells Álbaro.
· Sábado 4 – A las 19’30h en la Parroquia, Aniversario de José Chiva Nácher.
· Domingo 5 – XIV DEL TIEMPO ORDINARIO.
* Colectas destinadas a CÁRITAS.

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, apóstoles

Pedro y Pablo son las columnas de la Iglesia. Por caminos a veces paralelos y a veces divergentes, pero guiados por un mismo Espíritu, extendieron el Evangelio entre los judíos y entre los paganos.
Pedro y Pablo comprendieron que el mensaje evangélico no podía quedar encerrado en Jerusalén. Ambos fueron testigos del florecimiento de la comunidad de Antioquía de Siria y leyeron con ojos de fe los “signos de los tiempos” que allí les invitaban a buscar más amplios horizontes para el nombre y la vida de los cristianos.
En Roma anunciaron el Evangelio y en Roma dieron el último testimonio de Cristo con su propia muerte. El sepulcro de Pedro es venerado en la basílica Vaticana y el de Pablo en la basílica Ostiense.
En el oficio de lecturas de esta fiesta, leemos y meditamos con gusto la vibrante exhortación de San Agustín: “En un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos eran en realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos. Primero lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina”.
Nuevo Año Cristiano, 537-538

PEREGRINACIÓN CON ENFERMOS A LOURDES 2009

Si le preguntásemos a cada uno de los 700 peregrinos, entre ellos 16 de nuestro pueblo, que participan en la peregrinación diocesana al Santuario de Lourdes su motivación para emprender dicho camino, estoy seguro que encontraríamos 700 respuestas diferentes. Pero en todas ellas hallaríamos un deseo profundo de encontrarse con la Virgen en la Gruta de Masabielle. Buscar y encontrarse con esa luminosa presencia de la Celestial Princesa que un 11 de febrero de 1858 se hizo realidad ante una joven niña lourdense: Bernadette Soubirous.
Fue a ella, la hija mayor de los Soubirous, los más pobres de Lourdes, a la que la Virgen eligió para mostrarle la providencia de Dios y revelarle su nombre: Yo soy la Inmaculada Concepción.
Cuando el pasado 8 de diciembre concluía el Año Jubilar del 150 aniversario de las Apariciones y se ponía fin a una acogida de más de 7,5 millones de peregrinos, el Papa incluido, el Obispo de Lourdes anunciaba el tema pastoral para este año 2009: El Camino de Bernadette.
Sin duda, la realidad de Lourdes hoy, el mayor santuario mariano de la cristiandad, se lo debemos al tenaz testimonio de lo que aquella humilde niña presenció y anunció a pesar de todas la trabas del mundo. El Obispo de Lourdes ha querido que este año los peregrinos que lleguen a Lourdes en su encuentro con Dios a través de la Virgen María fijen su atención en Bernadette. No en la vidente, sino en la ejemplar vida que, como mujer de su tiempo y como auténtica cristiana, fue conformado con Cristo en el dolor de la enfermedad y en su consagración a Dios en la vida religiosa.
Porque cuando el 8 de diciembre de 1933 el Papa Pío XI la incluyó en el canon de los santos no fue porque había visto a la Virgen 18 veces sino por los valores de vida en santidad. Ella recorrió en su corta vida, 35 años, un camino lleno de dificultades marcado por la pobreza económica de su familia, el asma que la asfixiaba desde pequeña, la incertidumbre de encontrar su vocación durante 8 largos años de acogida en el hospicio de su ciudad, las durísimas pruebas de su vida como religiosa en la que se le asignó el oficio de la oración porque “no valía para nada”. A todo ello hay que sumarle la dolorosa tuberculosis ósea que la mantuvo en la cama los últimos años de su vida.
Ciertamente, el Camino que Bernadette recorrió en esta vida nos puede aportar mucho; nos puede hacer descubrir que aún en la mayor adversidad por la que atravesemos Dios no deja de amarnos; que en la oración sencilla y en la Eucaristía encontramos nuestro tesoro verdadero y que en María siempre hallamos a nuestra Madre.