domingo, 9 de septiembre de 2018

HOJA INFORMATIVA Nº 1114


DEL 26 DE AGOSTO AL 2 DE SEPTIEMBRE DE 2018

FIESTAS EN HONOR AL
SANTÍSIMO CRISTO DEL CALVARIO

· Domingo 26 – Stmo. CRISTO del Calvario
          Este día, el Calvario estará abierto desde las 7h.
     Horario de Misas y Procesión:
*   9 h., en San Francisco.
* 10 h., en las Carmelitas y en la Foia.
* 11,30 h., en la Parroquia, Misa Solemne.
   * 19 h., en la Parroquia.
* 20 h., Ofrenda de flores al Cristo y Solemne Procesión al Calvario.

· Lunes 27 - A las 17,30 h., en la Parroquia, Misa Solemne en sufragio de los Difuntos de l’Alcora.
Seguidamente Procesión hasta el Cementerio y responso

  AVISO: Del martes 28 al viernes 31 no hay misa por la
  tarde; sólo la de 7,55 h. en la Capilla de las Carmelitas.

· Sábado 1 – A las 18,30 h misa en San Francisco
* No habrá Misa vespertina en la Parroquia.

· Domingo 2 – XXII  del Tiempo Ordinario
            Horario de Misas:
 9 h., en San Francisco.
 10 h., en las Carmelitas y en la Foia.       
 12 h., en la Parroquia.
* Colectas destinadas a CÁRITAS.

El SIGNO de la CRUZ     José Ign. Calleja Saenz

Sin duda alguna, el símbolo cristiano por excelencia es la cruz. Allí donde aparece, todos saben que esa celebración, esa despedida, esa lucha, está referida a Jesucristo. Seamos honestos en su uso, porque es delicado usar la cruz por doquier y no tener la tentación de hacerlo a la ligera.

La historia de la fe es un camino tortuoso alrededor de la cruz. Entre la maravilla de los mejores testigos que lo han dado todo por bajar de la cruz a los crucificados de la historia, y quienes, por el contrario, han perseguido con la cruz hecha espada y violencia a otros humanos, tenemos en nuestro haber de todo y para todos.  Por eso, desde el perdón solicitado cuantas veces sea necesario repetirlo, volvamos a ella, y al mirarla, confiemos en quedar sanados en su debilidad.  Aliviados de todo lo que nos duele en la vida y curados de imaginar a Dios en una gloria sin cruz.
Nosotros, los cristianos, no creemos en la cruz como quien gusta del fracaso por el fracaso.  Amamos la vida de todos, la vida de calidad y digna para todos, y la amamos por el camino de la felicidad. Asumimos que Jesucristo, el Señor, no pasó por la cruz redentora como si el dolor fuese del gusto del corazón de Dios. Simplemente, la cruz revela que el amor y la compasión tienen poco espacio en el mundo de los injustos, y a quien defiende esos valores divinos, lo crucifican.
La cruz de Jesús es salvadora porque no es la última palabra sobre la vida humana, ni es la voluntad secreta de Dios para castigo de sus hijos. La cruz, por la resurrección, es el camino de la salvación del Dios que nunca ha fallado a su pueblo, sorprendiéndolo con su compasión. Porque Dios es compasión, y no poder, así se entiende la cruz.  La cruz es lo que los humanos nos cargamos unos a otros, cuando nos empeñamos en dominar y juzgar. La cruz es el madero de nuestro orgullo contra los sencillos de corazón. La cruz es el peso de nuestra injustica contra los excluidos y silenciados. Y ante ese fracaso, Dios mismo se suma a lo más débil y olvidado del mundo para compartir el camino de nuestra salvación.  Desde los últimos del mundo y desde lo más despreciado de nuestra sociedad, desde los que más sufren en su debilidad espiritual y material, Dios nos desconcierta con su cruz de salvación.
Sin alardes, sin ostentación, sin apropiarse con uñas y dientes de una condición señorial, despojándose de todo lo que pueda oscurecer el amor y su compasión por lo más frágil del mundo, allá tiene que ir Jesucristo hasta la cruz. Porque Jesús no va hasta la cruz, sino que lo empujan sin remedio por un estrecho pasillo que no deja más salida que la cruz o la mentira sobre Dios; la cruz o la traición a los predilectos de su Padre. Y él es fiel a su Dios, y sin remedio, a esa cruz.  La cruz no se elige por sí misma; se elige para vivir de un modo fiel a Dios que provoca la persecución y la cruz para los mejores. 
Pero la cruz,          no se elige, sino que se acepta;
                     no se utiliza, sino que se ofrece;
                      no se evita, sino que se acoge.
          Así la cruz es signo de Jesucristo.

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