DEL
27 DE JULIO AL 3 DE AGOSTO DE 2014
CULTO EN ARAIA
Viernes 15 de agosto a las 12h, Misa y Procesión
CULTO EN L’ALCORA
·
Domingo 27 – XVII DEL TIEMPO ORDINARIO.
- Colectas para las
Obras de la casa de Cáritas *
A las 9h en San Francisco, Misa del Barrio
de San Jaime.
·
Martes 29 – Santa Marta.
·
Jueves 31 – San Ignacio de Loyola.
·
Viernes 1 – San Alfonso María de Ligorio, obispo.
* Misa del Apostolado de la Oración por Trinidad Mallol Gasch.
·
Sábado 2 – A las 21’15h, Vigilia de la Adoración Nocturna.
·
·
Domingo 3 – XVIII DEL TIEMPO
ORDINARIO.
*
Colectas destinadas para CÁRITAS.
LA
ALTURA DE
LA MONTAÑA
La montaña es un lugar sagrado para casi
todas las culturas. Ascender a ellas implica dejar detrás de nosotros todo
aquello que nos ata, preocupa, esclaviza o tiñe el día a día de negra rutina.
¡Qué pequeño se ve todo desde la altura y, qué diminuta se observa desde el
llano, la grandeza de la montaña!
Algo así ocurre con Dios; inmersos en lo cotidiano
lo vemos tan lejano y tan encumbrado en el cielo que olvidamos que, Dios, es el
eterno amigo y compañero que avanza a nuestro lado. Es bueno, más en verano,
escalar hacia la montaña y poder decir como Pedro (después de un encuentro
personal con El); “Señor; qué bien se está aquí”. “Por mucho que
recorramos el mundo detrás de la belleza, nunca la encontraremos si no la
llevamos con nosotros”.
LA DECISIÓN MÁS
IMPORTANTE
El evangelio recoge dos breves parábolas de
Jesús con un mismo mensaje. En ambos relatos, el protagonista descubre un
tesoro enormemente valioso o una perla de valor incalculable. Y los dos
reaccionan del mismo modo: venden con alegría y decisión lo que tienen, y se
hacen con el tesoro o la perla. Según Jesús, así reaccionan los que descubren
el reino de Dios.
Al parecer, Jesús teme que la gente le siga
por intereses diversos, sin descubrir lo más atractivo e importante: ese
proyecto apasionante del Padre, que consiste en conducir a la humanidad hacia
un mundo más justo, fraterno y dichoso, encaminándolo así hacia su salvación
definitiva en Dios.
¿Qué podemos decir hoy después de veinte
siglos de cristianismo? ¿Por qué tantos cristianos buenos viven encerrados en
su práctica religiosa con la sensación de no haber descubierto en ella ningún
“tesoro”? ¿Dónde está la raíz última de esa falta de entusiasmo y alegría en no
pocos ámbitos de nuestra Iglesia, incapaz de atraer hacia el núcleo del
Evangelio a tantos hombres y mujeres que se van alejando de ella, sin renunciar
por eso a Dios ni a Jesús?
Después del Concilio, Pablo VI hizo esta afirmación
rotunda: “Solo el reino de Dios es
absoluto. Todo lo demás es relativo”. Años más tarde, Juan Pablo II lo reafirmó
diciendo: “La Iglesia no es ella su propio fin, pues está orientada al reino de
Dios del cual es germen, signo e instrumento”. El Papa Francisco nos viene repitiendo:
“El proyecto de Jesús es instaurar el reino de Dios”.
Si ésta es la fe de la Iglesia, ¿por qué hay
cristianos que ni siquiera han oído hablar de ese proyecto que Jesús llamaba
“reino de Dios”? ¿Por qué no saben que la pasión que animó toda la vida de
Jesús, la razón de ser y el objetivo de toda su actuación, fue anunciar y
promover ese proyecto humanizador del Padre: buscar el reino de Dios y su
justicia?
La Iglesia no puede renovarse desde su raíz
si no descubre el “tesoro” del reino de Dios. No es lo mismo llamar a los
cristianos a colaborar con Dios en su gran proyecto de hacer un mundo más
humano, que vivir distraídos en prácticas y costumbres que nos hacen olvidar el
verdadero núcleo del Evangelio.
El Papa Francisco nos está diciendo que “el
reino de Dios nos reclama”. Este grito nos llega desde el corazón mismo del
Evangelio. Lo hemos de escuchar. Seguramente, la decisión más importante que
hemos de tomar hoy en la Iglesia y en nuestras comunidades cristianas es la de
recuperar el proyecto del reino de Dios con alegría y entusiasmo.