DEL 11 AL 18 DE MARZO DE 2018
CULTO EN L’ALCORA
· Domingo 11 – Cuarto de CUARESMA.
·
Viernes 16–
Abstinencia -
A las 15,30 h.,
en el Calvario, Vía Crucis y Misa.
A las 18,30 h., en la Parroquia, aniversario de Ana Mª Bagán Vivas.
·
Sábado 17 - A las
18 h., en San Francisco, misa de la Cofradía
del Nazareno.
- A las 19
h., en la Parroquia, misa de la Hermandad del Stmo. Cristo del Calvario.
· Domingo 18 - Quinto de CUARESMA.
ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO
Miércoles 15 - De
17 h., hasta la Misa, en la Parroquia.
A las 18 h., tendremos el rezo de vísperas.
Jueves 16 - De 11 h., a 12
h., en San Francisco.
CONVOCATORIAS
- Lunes 12 - a las15,45 h., reunión de Vida Ascendente.
CHARLAS
CUARESMALES
Este lunes día 12 y el martes día 13, en los salones
parroquiales, a las 20 h., tendremos las charlas cuaresmales a cargo de Mosén
Eliseo Bellés Centelles, salesiano Tema:
Reconciliación, sacramento de la alegría.
Domingo IV de CUARESMA: Juan 3,
14-21
Mirar al Crucificado
El
evangelista Juan nos habla de un extraño encuentro de Jesús con un importante
fariseo, llamado Nicodemo. Según el
relato, es Nicodemo quien toma la iniciativa y va a donde Jesús «de
noche». Intuye que Jesús es «un hombre venido de Dios», pero se mueve
entre tinieblas. Jesús lo irá conduciendo
hacia la luz.
Nicodemo
representa en el relato a todo aquel que busca sinceramente encontrarse con
Jesús. Por eso, en cierto momento, Nicodemo
desaparece de escena y Jesús prosigue su discurso para terminar con una invitación
general a no vivir en tinieblas, sino a buscar la luz.
Según Jesús,
la luz que lo puede iluminar todo está en el Crucificado. La afirmación es atrevida:
«Tanto
amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único
para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida
eterna». ¿Podemos ver y sentir el amor de Dios en ese hombre torturado
en la cruz?
Acostumbrados
desde niños a ver la cruz por todas partes, no hemos aprendido a mirar el
rostro del Crucificado con fe y con amor.
Nuestra mirada distraída no es capaz
de descubrir en ese rostro la luz que podría iluminar nuestra vida en los
momentos más duros y difíciles.
Sin embargo,
Jesús nos está mandando desde la cruz señales de vida y de amor.
En esos
brazos extendidos, que no pueden ya abrazar a los niños, y en esas manos
clavadas, que no pueden acariciar a los leprosos ni bendecir a los enfermos,
está Dios con sus brazos abiertos para acoger, abrazar y sostener nuestras
pobres vidas, rotas por tantos sufrimientos.
Desde ese
rostro apagado por la muerte, desde esos ojos
que ya no pueden mirara con ternura a pecadores y prostitutas, desde esa
boca que no puede gritar su indignación por las víctimas de tantos abusos e
injusticias, Dios nos está revelando su «amor loco» por la humanidad.
«Dios
no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve
por él». Podemos acoger a ese Dios
y lo podemos rechazar. Nadie nos
fuerza. Somos nosotros los que hemos de
decidir. Pero «la Luz ya ha venido al mundo».
¿Por qué tantas veces rechazamos la luz que nos viene del Crucificado?
Él podría
poner luz en la vida más desgraciada y fracasada, pero «el que obra mal… no se
acerca a la luz para no verse acusado por sus obras». Cuando vivimos de manera poco digna, evitamos
la luz, porque nos sentimos mal ante Dios. No queremos mirar al Crucificado.
Por el contrario el que realiza la verdad se acerca a la luz. No huye a la oscuridad. No tiene
nada que ocultar. Busca con su mirada al Crucificado. Él lo hace vivir en la luz.