DEL
10 AL 17 DE MARZO DE 2013
CULTOS EN L’ALCORA
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Domingo 10 – CUARTO DE CUARESMA.
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Viernes 15 – Abstinencia.
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A las 15’30h, Vía Crucis y Misa en el Calvario.
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Sábado 16 – A las 18h en San Francisco, Misa de
la Cofradía del Nazareno.
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A las 19h en la Parroquia, Misa de la Hermandad
del Stmo. Cristo del Calvario.
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Domingo 17 – QUINTO DE CUARESMA.
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A las 12’30h, Misa de la Cofradía del Santo
Sepulcro y la Purísima Sangre.
ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO. Miércoles
13 de marzo.
De 11h a 12h en San Francisco.
Desde las 17’30h hasta la Misa, en la
Parroquia.
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A
las 18’30h tendrá lugar el rezo de vísperas.
CHARLAS CUARESMALES
El
lunes día 11 y el martes día 12 a las 20h, en los salones parroquiales,
tendrán lugar las charlas cuaresmales
de este año. Estarán a cargo de la Hna. de la Consolación Mª Victoria Aymerich Martínez, que nos hablará, en consonancia con
el Año de la Fe, sobre los artículos del Credo.
CONVOCATORIAS
- Jueves 14 a las 16h, reunión de Vida Ascendente.
- Viernes 15 a las 21’30h, cursillos prematrimoniales.
* A las 21’30h, en la Capilla del
Sagrario, Oración Comunitaria.
LA CONFESIÓN
NO NOS MEJORA
“Llevo muchos años
confesándome de lo mismo y no mejoro nada. ¿Para qué seguir?”. ¿Cuántas veces
hemos puesto esta excusa para abandonar la confesión?
Cierto es que todos nos
confesamos siempre de las mismas faltas, de las mismas debilidades, de los mismos
pecados. Y no puede ser de otra manera. Si se ha llegado a decir que “el hombre
es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra” es porque,
efectivamente, nuestra capacidad para la repetición del mal –como la del bien–
es sencillamente ilimitada. Por otra parte, las acciones humanas no ofrecen
ninguna posibilidad de novedades. Ya en el Eclesiastés se dice que “lo que fue
es lo que será, lo que se hizo es lo que se hará. Nada hay nuevo bajo el sol”
(Qo 1, 9).
No hay que olvidar que
los mandamientos de la ley de Dios son diez, y los mandamientos de la Iglesia
cinco. Tres son las virtudes teologales, y cuatro las virtudes cardinales. El
elenco de las bienaventuranzas es absolutamente concreto y hace referencia a
las actitudes fundamentales que ha de tener el cristiano. La Iglesia nos dice
exactamente lo que hemos de hacer y nos advierte asimismo de lo que hemos de
evitar.
La integridad –y la
validez– de la confesión exigen que nos confesemos de todos los pecados que
hayamos cometido. Y es de agradecer que estos sean siempre los mismos. Sería terrible
ir cambiando constantemente de defectos. Lo dicen también los psiquiatras y los
estudiosos de la naturaleza humana.
Bien mirado, no es
correcto decir que siempre cometemos los mismos pecados: en realidad son
diferentes, aunque sean de la misma especie. Por poner un ejemplo sencillo, no
es lo mismo matar a una persona que matar a diez. El que asesina a diez
personas no comete un delito solamente, por repetido que sea, sino diez
asesinatos distintos.
¿Dónde radica el desánimo,
entonces? La repetición de los mismos actos nos humilla, nos empuja a perder la
esperanza, porque en el fondo de nuestro espíritu y de nuestra conciencia
aflora la siguiente reflexión: “es lo mismo si me confieso o no, total, no
cambio nada, todo sigue igual”. Esto no es verdad. El hecho de que uno se ensucie
no hace concluir que es inútil bañarse. La persona que se baña todos los días
se ensucia igualmente todos los días. Pero, gracias a que se baña, no va
acumulando mugre, y puede disfrutar de la maravilla que supone estar limpio.
Esto es totalmente aplicable a la confesión.
La clave está en la
lucha, en el esfuerzo por mejorar. Si hay lucha, aunque uno caiga, el hecho de
esforzarnos por quitar el pecado de nuestras vidas nos hace ser mejores. Dicho
con claridad: es mejor pedir perdón que no pedirlo.
El hecho de confesarnos es una prueba clara y
manifiesta de arrepentimiento. Lo que Dios nos pide es el arrepentimiento del
pecado cometido y que, en el momento de confesarlo, estemos dispuestos a luchar
para no volver a cometerlo.
Cada confesión bien hecha
es un impulso que recibimos del Señor para seguir adelante, sin desánimos.
Procuremos escuchar al Señor que nos dice a cada uno: “Ten confianza, tus
pecados te son perdonados” (Mt 9, 2). Volvamos a empezar hoy, mañana y siempre.
Dios no se dejará en generosidad.