DEL 27 DE ABRIL AL 4 DE MAYO DE 2014
CULTO
EN ARAYA
Domingo 4 a las 12h, Misa
CULTO
EN L’ALCORA
· Domingo 27 – SEGUNDO DE PASCUA.
(Colectas destinadas a las obras de la Casa de Cáritas)
*
9h en San Francisco.
*
10h en las Carmelitas y La Foia.
*
A las 12h, Misa de Peregrinos.
(La misa de 11h y 12’30h, quedan unidas en ésta de las 12h)
· Lunes 28 – SAN VICENTE FERRER.
* A las 9’30h
Romería a la Ermita
de San Vicente. A la llegada Santa Misa en honor del Santo.
- NO HABRÁ MISA
VESPERTINA -
· Martes 29 – Santa Catalina de Siena, virgen y doctora.
· Jueves 1 – No
hay misa vespertina.
· Viernes 2 – San Atanasio, obispo y doctor.
- PRIMER VIERNES DE MES-
* A las 19’30h, Misa del Apostolado de
la Oración María Bernat Guillamón.
· Sábado 3 – San Felipe y Santiago, apóstoles.
* A las 18’30h en San Francisco,
Aniversario de María Vilar Valls.
* A las 19’30h en la Parroquia, Aniversario
de Consuelo Valls Escrig.
· Domingo 4 – TERCERO DE PASCUA.
* A las 12h, Misa de las Antiguas Alumnas de la Consolación.
* Colectas destinadas a CÁRITAS.
ADORACIÓN DEL
SANTÍSIMO. Miércoles 30 de abril
De 11h a 12h en San Francisco.
Desde las 17’30h hasta la
Misa, en la
Parroquia.
A las 19h, rezo de vísperas.
FIESTAS EN LA FOIA
· Sábado 3 – LA VERA
CREU
* A las 11h, Bendición de los campos y
Misa.
* A las 20’30h, Procesión con la “Vera
Creu”.
· Domingo 4 – LA VIRGEN DE LOS DOLORES
*
A las 11h, Misa en honor de la Virgen de los Dolores y, a continuación,
Procesión.
PASIÓN DE ULLDECONA
La salida del autobús para ir a ver la Pasión de Ulldecona, el
jueves día 1, será a las 9h desde la
Pl. de San Roque. Quedan aún plazas que la agencia nos ha
dicho que podemos cubrir. El precio es de 45 €, todo incluído.
JUAN XXIII –
JUAN PABLO II: DOS MANOS, UN
COSTADO
El domingo 27 de abril, segundo
domingo de Pascua, festividad de la Divina Misericordia, la Iglesia católica, y con ella la humanidad, vivirá un
acontecimiento extraordinario y, al menos desde hace muchos siglos, inédito.
En efecto, un Papa, en este caso Francisco
–y, seguramente con la asistencia del emérito Benedicto XVI- canonizará a dos
recientes y magníficos antecesores suyos: Juan XXIII (1881-1963) y Juan Pablo II
(1920-2005).
Los cincuenta años que distan desde la
muerte primero –Juan Pablo II murió en 2005- y la canonización es todo un signo
de presencia y de don de Dios en medio de una de las complejas singladuras de
la Iglesia en su historia dos veces milenaria.
Con Juan XXIII y Juan Pablo II en los
altares como santos, se volverá a poner de manifiesto, además, el privilegio y
la gracia con la que Dios ha guiado y guía a su Iglesia en el último siglo y medio.
De los once últimos pontífices, tres serán ya santos: Pío X y el 27 de abril,
Juan XXIII y Juan Pablo II. Se verifica, una vez más, la promesa de Jesucristo,
el “yo estaré siempre con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
De los 264 Papas fallecidos hasta la fecha,
80 han sido reconocidos Santos oficialmente.
(sigue en el reverso)
Emblema del buen cura, presbítero y después
nuncio y obispo que amaba a cada uno de sus fieles, piadoso, manso, bondadoso
humilde, preocupado por los pobres, creyente que se dejaba guiar por el
Espíritu Santo… Así definía recientemente Francisco a Juan XXIIII. “El gran
misionero de la Iglesia, un hombre –Francisco habla ahora de Juan Pablo II- que
llevó el evangelio a todos los lugares… Sentía ese fuego de llevar la Palabra del Señor. Es un Vicente
de Paul, es un San Pablo…”.
Juan XXIII: el
Papa bueno
Fue el Papa del cambio, el Papa Concilio
Vaticano II. Pero Angelo Giuseppe Roncalli, sobre todo, fue el Papa bueno.
Pocas veces una definición se ajusta tanto a la realidad. Y si, además, la
definición es sencilla y facilísima inteligible, mejor todavía. Su legado, como afirmó de él Pablo VI, no cabe en su sepultura. Ha sido una de las personas más queridas
y admiradas de las últimas décadas. Su figura, tan sencilla, tan humana, tan
cristiana, sigue vigente e interpeladora, a pesar de los años. Más aún, según
pasan los años, como acontece con los buenos vinos, su figura es todavía más
atrayente.
¿Por qué? ¿Cuál fue su secreto? Vivir,
buscar y testimoniar siempre la voluntad de Dios. El mismo lo dijo: “Este es el misterio de vida. No busquéis otra explicación. He repetido
siempre la frase de San Gregorio Nacianceno: Tu voluntad, Oh Señor, es nuestra
paz. Este mismo pensamiento, en estas otras palabras, me hicieron siempre buena
compañía: Obediencia y paz”, tal y como se lo había enseñado en sus años
de infancia y adolescencia un sacerdote: “Obedece siempre, con sencillez y bondad, y
deja hacer al Señor”.
Así se explica su fecunda vida, de más de 81
años. Así se explica su prolijo y variado ministerio sacerdotal y episcopal.
Así se explican sus cuatro años y medio de pontificado. Así se explica que los
búlgaros, en los once años que fue delegado papal en este país, le llamaran
buen padre. Así se explica, como quedó dicho al comienzo, que los fieles de
todo el mundo y de distintas culturas y religiones le llamaran y le sigan
llamando el Papa Bueno.
Así se explica que, 132 años después de su nacimiento
y otros 51 años después de su muerte, siga siendo un personaje de actualidad.
Qué se lo pregunten sino a los cientos y miles de personas que día a día acuden
a su tumba en la basílica de San Pedro de Roma. Que se lo pregunta al Papa Francisco,
que según testimonio de Loris Capovilla, el custodio de la memoria de Juan
XXIII y de su legado, el neo-cardenal, pensó en llamarse, al calzar las
sandalias del Pescador –sandalias también del Papa Juan-, Juan XXIV.
Vivir la voluntad de Dios, en obediencia y
en paz, siempre alegres y activas, es descubrir la auténtica sabiduría de Dios,
que escribe rectos con renglones torcidos y cuyo caminos, aunque no son
nuestros caminos, están siempre rezumando amor y plenitud.
Juan Pablo II:
el Papa grande
Karol Jozef Wojtyla nació en Wadowice
(Polonia) el 20 de mayo de 1920. Con tanto solo 20 años, y ya muertos sus
padres y su único hermano y Polonia invadida por el ejército nazi, Karol, que
prometía ser actor y escritor, al enfrentarse a la realidad del mal, descubre
que solo el amor de Jesucristo es la clave de la felicidad que anhela el
corazón del hombre. Ingresa en el seminario de Cracovia, estudia en Roma y es
ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946.
La universidad y los jóvenes fueron los
principales ámbitos de los doce años de su ministerio como sacerdote. Su patria
polaca se enfrentaba entonces a otro de los grandes males del siglo XX: el comunismo.
Karol Wojtyla es obispo auxiliar de Cracovia de 1958 a 1962 y arzobispo
metropolitano de esta misma sede durante 16 años. Cardenal desde 1967, el 16 de
octubre de 1978 es elegido Papa con el nombre de Juan Pablo II. Durante más de
veintiséis inolvidables años, desarrolla un admirable ministerio petrino.
Fallece, tras ser visitado durante años por la cruz, el 2 de abril de 2005. Fue
beatificado el 1 de mayo de 2011.
Las dos claves, dos pilares, dos focos que
iluminan, explican y definen la figura y el pontificado de Juan Pablo II, y que
nos marcan los caminos para vivir en plenitud nuestra vocación cristiana. Estas
claves no son otras que Jesucristo y el hombre, palabras emblemáticas que figuran
en el título de su primera encíclica, Redemptor hominis, palabras programáticas
que aparecen ya en su primer mensaje a la Iglesia y al mundo en la misma tarde
de su elección: ”¡No tengáis miedo -nos dijo en aquella tarde memorable-. Abrid las puertas a Jesucristo. Sólo Él puede salvar al hombre!”.
Jesucristo fue su razón de ser, la clave de
bóveda de su existencia. Su amor apasionado a Jesucristo, cultivado en la
oración, en la intimidad y en la unión con Él, fue el venero fecundo de toda su
vida y actividad. Quienes tuvimos el privilegio de contemplar al Papa rezando
muy de mañana en su capilla privada, pudimos comprobar con emoción su capacidad
de interioridad, su capacidad para abstraerse, abandonarse y centrarse sólo en
Dios, conscientes de que estábamos contemplando la oración de un santo. En el
amor apasionado a Jesucristo, en su vida interior, en su experiencia de Dios,
sustentó Juan Pablo II la fe profunda que se ha traslucía en sus palabras y en
sus gestos.
En su amor ardiente a Jesucristo sustentó Juan
Pablo II su fuerza interior y la entrega agónica de su vida. Su servicio apasionado
al Evangelio y a la Iglesia se convirtió en los compases finales de su vida en
la catequesis más persuasiva y convincente sobre cómo debe ser la oblación sin
límites de nuestra propia vida al servicio de lo que creemos, amamos y
esperamos. Juan Pablo II se entregó a su tarea como el Buen Pastor a pesar de
las enfermedades que le acompañaron de manera permanente durante todo su ministerio
desde el atentado del 13 de mayo de 1981. A todos nos ha sobrecogido su imagen doblada
por la edad y el deterioro físico, mientras se engrandecía su figura moral. Sus
últimos meses, crucificado con Cristo en la cruz y unido por la comunión con
todos los enfermos del mundo, han sido el preludio de una fecunda pascua. Como
escribiera el cardenal Joseph Ratzinger, con su vida y testimonio, Juan Pablo
II nos legó en los diez últimos años de su vida la más bella de sus encíclicas:
la del sufrimiento y la cruz aceptados por amor al Señor y en solidaridad con
todos los que sufren, desde la conciencia de su deber de Supremo Pastor vivida
heroicamente.
Y desde este amor apasionado e incondicional
a Jesucristo, brotó en plenitud el amor al prójimo. Y así fue el Papa de los
jóvenes, de las familias, de los pobres, de los derechos humanos, el Papa de
los viajes, de los récords, de los documentos… Todo como una ofrenda en
totalidad y radicalidad de su persona y de los demás recibidos para servir a
los demás y ser testigo del amor y de la gloria de Dios.