DEL 12 AL 19 DE JUNIO
2016
CULTO EN ARAIA
Domingo 19 de junio a las 12 h., Misa
CULTO EN L’ALCORA
·
Domingo 12 – XI DEL TIEMPO ORDINARIO.
- A las 12 h., en la Parroquia, AA. La Salle.
·
Lunes 13 – San Antonio de Padua
- A las 19,30 h., Difuntos familia Lasaliana
·
Sábado 18 - A
las 18,30 h., misa en San Francisco.
-
A las 19,30 h., en la
Parroquia , aniversario
de José Miguel Valldecabres Segura.
· Domingo
19 – XII DEL TIEMPO ORDINARIO.
-Colectas
destinadas a las Obras Casa Cáritas –
CONVOCATORIAS
-
Martes 14 - a las 21,30 h., en los salones parroquiales reunión de la Hospitalidad de Lourdes.
-
Jueves 16 - a los 21,30 h., en los salones parroquiales reunión catequistas de Confirmación.
CONCIERTO
DE ÓRGANO
- El sábado
18, a las 20,30 h., en la
Parroquia, audición fin de curso de la
“Escuela de Organistas Diocesana”.
DOMINGO XI / C del T.O.: Lucas 7,36-8,3
«MIRADA
DIFERENTE»
La prostituta del pueblo
interrumpe de pronto en el banquete organizado por un fariseo para agasajar a Jesús. En
cuanto la ve, Simón la reconoce y se pone nervioso. Conoce bien a estas prostitutas que se acercan
al final de los banquetes en busca de clientes.
La prostituta se dirige
directamente a Jesús. No dice nada. Está conmovida. No sabe cómo expresarle su agradecimiento y
rompe a llorar. Sus lágrimas riegan los pies de Jesús. Olvidándose de los presentes, se suelta
la cabellera y se los seca. Besa una y
otra vez aquellos pies queridos, y, abriendo un pequeño frasco que lleva colgando
de su cuello, se los unge con perfume.
El
fariseo contempla la escena horrorizado. Su mirada de hombre experto en la ley sólo ve en aquella mujer una «pecadora» indigna que está contaminando la
pureza de los comensales. No
repara en sus lágrimas. Sólo ve en ella
los gestos de una mujer de su oficio que sólo sabe soltarse el cabello, besar, acariciar y seducir con sus perfumes.
Su mirada de desprecio le impide, al mismo tiempo, reconocer en Jesús al profeta de la compasión de Dios. Su acogida y su ternura hacia esta mujer lo desconciertan. No puede ser un profeta.
La mirada de Jesús es diferente. En aquel comportamiento que tanto escandaliza al «moralista» Simón, él sólo ve el amor y el agradecimiento grande de una mujer que se sabe muy querida y perdonada por Dios. Por eso se deja tocar y querer por ella. Le ofrece el perdón de Dios. Le ayuda a descubrir dentro de sí misma una fe que la está salvando y le anima a vivir en paz.
Jesús no fue visto nunca como representante de la norma sino como profeta de la compasión de Dios. Por eso, en el movimiento de los que hoy tratamos de seguirle, no necesitamos «maestros» que desprecien a los pecadores y descalifiquen a los «profetas» de la compasión de Dios. Necesitamos cristianos que miren a los marginados morales, los desviados y los indeseables con los ojos con que los miraba Jesús. Dichosos los que están junto a ellos y ellas sosteniendo su dignidad humana y despertando su fe en ese Dios que les ama, entiende y perdona como nosotros no sabemos hacerlo.
Su mirada de desprecio le impide, al mismo tiempo, reconocer en Jesús al profeta de la compasión de Dios. Su acogida y su ternura hacia esta mujer lo desconciertan. No puede ser un profeta.
La mirada de Jesús es diferente. En aquel comportamiento que tanto escandaliza al «moralista» Simón, él sólo ve el amor y el agradecimiento grande de una mujer que se sabe muy querida y perdonada por Dios. Por eso se deja tocar y querer por ella. Le ofrece el perdón de Dios. Le ayuda a descubrir dentro de sí misma una fe que la está salvando y le anima a vivir en paz.
Jesús no fue visto nunca como representante de la norma sino como profeta de la compasión de Dios. Por eso, en el movimiento de los que hoy tratamos de seguirle, no necesitamos «maestros» que desprecien a los pecadores y descalifiquen a los «profetas» de la compasión de Dios. Necesitamos cristianos que miren a los marginados morales, los desviados y los indeseables con los ojos con que los miraba Jesús. Dichosos los que están junto a ellos y ellas sosteniendo su dignidad humana y despertando su fe en ese Dios que les ama, entiende y perdona como nosotros no sabemos hacerlo.