DEL
6 AL 13 DE AGOSTO DE 2017.
CULTO EN L’ALCORA
Domingo
6 – La TRANSFIGURACIÓN del SEÑOR
* Colectas destinadas para
CÁRITAS.
- A las 19 h., Misa en la ermita del
Salvador.
Martes 8 – Santo Domingo de Guzmán.
Miércoles 9 – Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
Jueves 10 – San Lorenzo.
Viernes 11 – Santa Clara de Asís
Sábado 12 - A las 18,30 h., misa en
san Francisco
A las 19,30 h., en la Parroquia aniversario de Ernesto
Branchat Cervera.
Domingo 13 – XIX DEL TIEMPO
ORDINARIO.
* A las 13 h., BAUTIZOS.
DOMINGO XVIII / A del T.O.: Mateo 17, 1-9.
Transfiguración del Señor
MIEDO
Éste es mi Hijo amado...
escuchadlo
Probablemente es el miedo
lo que más paraliza a los cristianos en el seguimiento fiel a Jesucristo. En la
Iglesia actual hay pecado y debilidad pero hay, sobre todo, miedo a correr
riesgos; hemos comenzado el tercer milenio y un nuevo tiempo, sin audacia para
renovar creativamente la vivencia de la fe cristiana. No es difícil señalar alguno
de estos miedos.
Hay miedo a lo nuevo como
si «conservar el pasado» garantizara automáticamente la fidelidad al Evangelio.
Es cierto que el Concilio Vaticano II afirmó de manera rotunda que en la
Iglesia ha de haber «una constante reforma» pues «como institución humana la
necesita permanentemente». Sin embargo, no es menos cierto que lo que mueve en
estos momentos a la Iglesia no es tanto un Espíritu de renovación como un instinto
de conservación.
Hay miedo para asumir las
tensiones y conflictos que lleva consigo el buscar la fidelidad al Evangelio.
Nos callamos cuando tendríamos que hablar; nos inhibimos cuando deberíamos
intervenir. Se prohíbe el debate de cuestiones importantes para evitar planteamientos
que pueden inquietar; se promueve la adhesión rutinaria que no trae problemas
ni disgusta a los que formamos la Iglesia
Hay miedo a la
investigación teológica creativa. Miedo a revisar ritos y lenguajes litúrgicos
que no favorecen hoy la celebración viva de la fe. Miedo a hablar de los «derechos
humanos» dentro de la Iglesia. Miedo a reconocer prácticamente a la mujer un lugar
más acorde con el Espíritu de Cristo.
Hay miedo a anteponer la
misericordia por encima de todo, olvidando que la Iglesia no ha recibido el «ministerio
del juicio y la condena», sino el «ministerio de la reconciliación». Hay miedo
a acoger a los pecadores como lo hacía Jesús. Difícilmente se dirá hoy de la
Iglesia que es «amiga de pecadores», como se decía de su Maestro.
Según el relato evangélico,
los discípulos caen por tierra «llenos de miedo» al oír una voz que les dice:
«Este es mi Hijo amado... escuchadlo». Da miedo escuchar sólo a Jesús. Es el
mismo Jesús quien se acerca, los toca y les dice: «Levantaos, no tengáis miedo».
Sólo el contacto vivo con Cristo nos podría liberar de tanto miedo.